En la web antigua hicimos un post que os gustó muchísimo y por supuesto no hemos querido deshacernos de él. Un ratito corto con una ración de buenrollismo. Y es que la paternidad tiene su lado más molón desde el punto de vista de este papá.
[…] Hoy hemos entrevistado a un papá Shortish para que nos cuente su punto de vista sobre lo que es ser, para él, padre.
Nos dice: “Os voy a hacer un resumen de, como te cambia la vida de ser dos, a ser tres.”
Los primeros cambios te surgen, ya, antes de que nazca el bebé. Las mamás, en su afán de que todo esté perfecto para la llegada del pequeñ@, se vuelven “locas”. Un día cualquiera llegas a casa de trabajar y está todo cambiado de sitio. Yo, hubo un día que abro la puerta de casa y, porque salió el perro a recibirme, sino creía que me había confundido.
Por otro lado, los que ya son padres, te aconsejan que duermas mucho, que aproveches para ir al cine…¡¡Verdades como puños!! Qué gente más sabia”. Claro que, lo del cine es factible, puedes hartarte, pero lo del sueño…ay lo del sueño! tampoco es que haya un almacén donde puedas guardar sueño (lamentablemente).
Otro cambio importante te surge cuando tienes que salir de casa para hacer recados. Antes, cogías el abrigo, las llaves, la cartera y listo!, y, ¿ahora? es como si fueras a montar El Circo del Sol cada vez que sales por la puerta y, claro, luego todo eso hay que meterlo en el coche, y sacarlo cuando llegas al destino, y volverlo a meter cuando te vas, y así, sucesivamente, durante tooooooodo tu trayecto. Te das cuenta de que el coche que tenías, con el que te sobraba sitio, ahora parece un Smart. Vas a hacer la compra y desarrollas la capacidad de encajar todo; el carro, el cuco, la bolsa de las cosas del bebé, las bolsas de la compra… Todo en el maletero. Y te das cuenta de que ese juego que pensabas que no valía para nada, con el que matabas el tiempo ahora te salva la vida, ¡bendito tetris!
Por fin, te montas en el coche rumbo a casa. Has conseguido hacer todos los recados y colocar el carro con la compra y todo lo demás en el maletero. Estás orgulloso de ti mismo de haber podido con todo y, entonces, después de “luchar encarnizadamente” con el bebé para que se quede en la sillita del coche, te abrochas el cinturón, pones algo de música y te preparas para conducir relajadamente hacia casa y de repente… caes en la cuenta de que se te ha olvidado comprar aceite y no tienes ni una gota. ¡No puede ser! Aquí vienen unos instantes de duda: ¿me bajo con el bebé con lo que implica? Coge el carro que está al final del maletero, enterrado bajo las bolsas de la compra, NO! ¿Me bajo corriendo y dejo al bebé solo? será solo un momento, NO. Entonces vuelves a relajarte y reanudas la marcha, ya tienes solución, el aceite está sobrevalorado, no es tan importante.
Te das cuenta de que antes tu estado normal era de persona activa y enérgica y ahora pasas a abrir los ojos lo imprescindible para poder ver, dado que estás tan cansado que tu estado normal ahora es, despierto porque no tienes más remedio.
Antes te ibas a la cama resoplando de frío, hablando de cómo había ido el día, te quedabas leyendo un libro, o quizá, viendo la tele hasta que te quedabas dormido. ¿Ahora? Ahora eres más silencioso que un ninja. Te arropas con el nórdico con una mezcla de sigilo y tensión, te posas sobre el colchón como una hoja cayendo de un árbol y, aguantas la respiración hasta que compruebas que no has despertado al bebé,porque sabes que como se despierte…va a TARDAR en dormirse.
Al final, ser padres es algo maravilloso y lo que se “sufre” no es comparable a lo que se disfruta.
Esperamos que os haya entretenido y que os saque alguna sonrisa.
XOXO,
Beatriz